Empieza a caer la lluvia, pero ella quiere sentir. Sentir las gotas fugitivas recorrer su espalda, sentir un delicioso temblor, sentir miedo, ansiedad, emoción, que pasen de un mero pensamiento, se capaz de odiar o de querer de una puta vez. Pero ella no es más que otro de los gatos de la ciudad. Y los gatos no saben querer, solo restregarse contra los ladrillos de un edificio manchado por el humo, maullar a la luna, y perseguir peces invisibles en las luces de los charcos.
Sigue lloviendo. Suspira resignada. La lluvia tampoco ha funcionado, ni el invierno, ni el viento al correr, ni las luces de navidad, ni las canciones de Edith Piaf. "Abrázame fuerte", piensa, y siente el abrazo de todas las almas que estan tan perdidas como la suya. Y entre tanto abrazo no distingue el único real, que le conduce de vuelta a casa.
(¿cuantos peces comepoesías creeis que hay?)
Muchos queremos dejar de ser esos gatos de ciudad...
RépondreSupprimerMe encanta Lu.
muchas gracias (:
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