samedi 27 novembre 2010

5.

En una cajita de latón. En una cajita de aromas, caras y botones. En una cajita, que al agitarla junto al oido oye sus besos. Ella, que se había propuesto hacer de su vida el holocausto del amor; no solo del de las peliculas americanas, del de mentira, si no tambien del que vaga en zapatillas de andar en casa y ronronea en las mañanas frías. Ella que siempre había soñado con montar a lomos de ese pez naranja, de esa maldita pecera, de esa sala de espera tan hostil. Ella que ahora camina descalza, para sentir la grava del puente por el que camina, para tener la certeza de que tiene los pies en el suelo. Con el cerebro y el corazón colgando de la cajita de latón que lleva entre las manos.


















- Mamá, ¿por qué se apagan las estrellas?
Y como respuesta, tan solo el pensamiento " Komugi, es una niña rara, ya se le pasará cuando crezca" Pero creció, y sigue teniendo sus alas atrapadas bajo la piel, blanca casi transparente, y la tristeza jugando a esconderse en sus ojos. Piensa que creer en la locura tal vez fuera un consuelo,y que todo dejaría de ser tan palpable, tan jodidamente real.














( Creo que empiezo a odiar los fines de semana. Bueno, y las semanas en general.)

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Dicen que el frío a nadie deja indiferente...